“No creo que podamos revitalizar el mundo en que vivimos,
y sería inútil aferrase a él, pero propongo algo que nos
saque de este marasmo en vez de seguir quejándonos
del marasmo, del aburrimiento, la inercia y la estupidez de todo”
A. Artaud
Me propuse subir unos apuntes sobre el Teatro
y su doble porque fue un texto disparador. Fue conocer a Artaud y
desde allí otras concepciones, otras maneras de abordar lo teatral y a partir
de él, un mundo nuevo que estoy descubriendo día a día.Estos son unos apuntes
ampliamente subjetivos, resaltando algunas cosas y omitiendo otras. No busquéis
aquí notas al pie, números de páginas, citaciones académicas porque no las hay.
Para los que lo conocen es un ameno recordatorio, para los que no, una
introducción para que se enamoren.
Artaud comienza realizando una analogía entre el teatro y la peste diciendo que la primera toma imágenes dormidas, un desorden latente y los activa de pronto transformándolos en los gestos más extremos y que el teatro, como la peste, nos restituye todos los conflictos que duermen en nosotros. Nos devela lo oculto, lo no nombrado, con todos sus poderes y da a esos poderes nombres que llamamos símbolos.
Entonces,para Artaud, una verdadera
pieza de teatro perturba el reposo de los sentidos, libera el inconsciente
reprimido e incita a una rebelión. La analogía que expone sobre el
teatro y la peste se basa no sólo en el aspecto del contagio, sino en
la revelación, la manifestación, la exteriorización de un fondo de crueldad
latente donde a partir de él se exponen todas las posibilidades perversas del
espíritu. En ambos sucede que, lo que parece difícil e imposible, se transforma
de pronto en elementos normales y comunes. Ambos desatan conflictos, liberan
fuerzas, desencadenan posibilidades.
“El teatro como la peste invita al
espíritu a un delirio que exalta sus energías; puede advertirse en fin desde un
punto de vista humano, que esta acción es beneficiosa, pues al impulsar a los
hombres a que se vean tal como son, hace caer la máscara, descubre la mentira,
la debilidad, la hipocresía del mundo, revela a las comunidades su oscuro
poder, su fuerza oculta, las invita a tomar frente al destino, una actitud
heroica y superior, que nunca hubieran alcanzado de otra manera.”
Con respecto a la puesta en escena y
la metafísica Artaud toma el cuadro de Lucas Van den Leiden "Las
Hijas de Lot" por la manera en que es representada y entendida la
escena. La forma de representar el acontecimiento es para Artaud la forma
perfecta. Cautiva nuestros sentidos en la misma manera en que los
perturba. (Relación profundamente sexual que se advierte entre las hijas
con su padre, como si su única preocupación fuera la de
satisfacerlo). Artaud expone que la única idea social que parece haber en
el cuadro es de la sexualidad y la reproducción, donde Lot parece estar allí
para aprovecharse abusivamente de sus hijas. Todas las otras ideas son
metafísicas. Para Artaud esta pintura es lo que debería ser el teatro si
supiese hablar su propio lenguaje.
En cambio, el teatro occidental ha
relegado a último término todo lo específicamente teatral, es decir, todo
aquello que no puede expresarse con palabras, que no cabe en el diálogo. Él está a favor de un
teatro que se valga de todos los lenguajes: gestos, sonidos, palabras, gritos,
y así vuelve a encontrar su camino. Pero la fijación del teatro occidental es
en un lenguaje: la palabra escrita y ésta es la ruina del teatro. “Destruir
el lenguaje para alcanzar la vida es crear o recrear el teatro”.
Artaud plantea que el diálogo no pertenece
específicamente a la escena, sino al libro. El teatro está o debería estar
destinado a los sentidos, satisfaciéndolos. Una forma de este lenguaje
como poesía en el espacio es la del lenguaje-signo, donde los gestos
en lugar de representar palabras o frases, representan ideas. Por lo tanto,
Artaud determina que mientras ese lenguaje nazca de la escena, derive su
eficacia de una creación espontánea en escena y luche directamente con la
escena sin pasar por la palabra, la puesta en escena es entonces teatro mucho
más que la pieza escrita y hablada. “Latina y occidental es la
necesidad de emplear palabras para expresar ideas claras”.
Para Artaud la verdadera poesía es metafísica y resalta este carácter en
el teatro oriental (teatro balinés) donde se induce al pensamiento a adoptar
actitudes que él llama metafísica-en-acción. Es hacer que el lenguaje
exprese lo que no expresa comúnmente, es emplearlo de una manera nueva
excepcional y desacostumbrada. Es darle la capacidad de producir un
estremecimiento físico, dividirlo y distribuirlo activamente en el espacio,
restituirle el poder de desgarrar y manifestar realmente algo. Todo esto nos lleva a reencontrar el
significado religioso y místico que nuestro
teatro ha perdido completamente. Artaud
toma al Teatro Balinés porque según él, es quien restituye al
teatro, mediante ceremonias que combinan la danza, el canto y la
pantomima, su destino primitivo. No es un
teatro de entretenimiento. Apunta a estados espirituales que pretende crear,
propone soluciones místicas. En el teatro balinés asistimos a una
alquimia mental que transforma el estado espiritual en gesto: el gesto seco,
desnudo, lineal que podrían tener todos nuestros actos si apuntaran a lo
absoluto.
El teatro occidental usa la palabra para expresar conflictos psicológicos de la realidad cotidiana, o algún drama de dominio social y al contrario, el teatro oriental es espiritual y trata sobre cuestiones primitivas del hombre. El dominio de este último es plástico y físico (gestos, sonidos, música, se integran en el espacio). Así debería ser el teatro en general para Artaud. Hay que integrar a la palabra en esta anarquía formal. Hacer poesía en el espacio como si fuese magia. La puesta de escena es un instrumento de hechicería, no reflejo de un texto escrito. No se trata de suprimir la palabra, sino de modificar su posición y reducir su ámbito. Lograr que no sea solo un medio de llevar los caracteres humanos a sus objetivos exteriores.
Artaud
continua postulándose contra la situación del teatro de su época y nos
propone qué y cómo debe ser teatro: “…mientras el teatro se limite
a mostrarnos escenas intimas de las vidas de unos pocos fantoches,
transformando al público en voyeur, no será raro que las mayorías se aparten
del teatro, y que el público común busque en el cine, en el music hall o en el circo
satisfacciones violentas…Las intrigas del teatro psicológico que nació con
Racine nos han desacostumbrados a esa acción inmediata y violenta que debe
tener el teatro…”
Antonin
vuelve a proponer un espectáculo que transgreda la clásica caja a la
italiana, aquella estética que muestra solo una cara y mantiene dos mundos
cerrados: el de la sala y el de la escena, por lo tanto preconiza un teatro
giratorio, que implique una idea de espectáculo total, donde todo se
integre: la plástica, la inteligencia, los sentidos, el cuerpo, y en el que los
gestos, los objetos y los signos, sean utilizados con un nuevo sentido, dando
lugar a que no solo hablen las palabras, sino también lo que en la extensión
(el espacio) sucede.
Artaud sintetiza sus ideas propuestas en dos manifiestos. En el primero
sobre el lenguaje, la técnica, los temas, los sonidos, las luces, el vestuario,
y enfatiza que la puesta en escena será el centro del lenguaje teatral,
su punto de partida. No un reflejo del texto dramático. El rostro se utilizará
como una máscara con su variedad de expresiones, independiente de la
“psicologización” de ellas. Aclara que no habrá escenografía, sino que el
decorado será todo esto que llene la escena. Artaud le da un lugar primordial al actor y la sala será un lugar único que ubique
en el centro al espectador para que el espectáculo lo atraviese.
Con respecto al termino Crueldad, Artaud argumenta que debe ser entendida en su sentido amplio, no en el sentido material que se le da habitualmente. Filosóficamente hablando, una crueldad que significa rigor, aplicación, decisión, determinación. Sumisión a la necesidad. No hay crueldad sin consciencia, esta es la que otorga al ejercicio de todo acto de vida su color de sangre, pues la muerte es siempre la vida de alguien. Aclara que emplea la palabra crueldad en el sentido de apetito de vida, de rigor cósmico y de necesidad fuera de la cual no puede continuar la vida. “Y el teatro, como creación continua, acción mágica total, obedece a esta necesidad. Una pieza donde no interviniera esta voluntad, este apetito de vida, ciego y capaz de pasar por encima de todo, visible en los gestos, en los actos, y en el aspecto trascendente, de la acción, sería una pieza inútil…”
Con respecto al Teatro de la
crueldad, Artaud señala que el término de crueldad lo emplea en su
teatro no en un sentido accesorio, por gusto sádico o perversión espiritual, no
se trata de la crueldad como vicio, sino al contrario, de un sentimiento
desinteresado y puro, de un verdadero impulso del espíritu basado en los
ademanes de la vida misma. “ (…) La vida metafísicamente hablando, y en
cuanto admite la extensión, el espesor, la pesadez y la materia, admite
también, como consecuencia directa, el mal y todo lo que es inherente al mal,
al espacio, ala extensión y ala materia"
Él pretende un teatro que funcione activamente. La
acción del teatro no debe desbordar al plano social, ni tampoco al moral y
psicológico. Para Artaud, el verdadero principio del teatro es metafísico.
Cuyo objeto es el de crear Mitos; traducir la vida en su aspecto universal,
inmenso y extraer de la vida las imágenes en las que desearíamos volver a encontrarnos.
Un teatro que nos libere en un mito donde hayamos
sacrificado nuestra pequeña individualidad humana, como personajes del
pasado.
En el segundo manifiesto Artaud expresa que
“( …) El teatro de la crueldad ha sido creado para devolver al
teatro una concepción de la vida apasionada y convulsiva;, y en ese sentido de
violento rigor, de extrema condensación de los elementos escénicos, ha de
entenderse la crueldad de ese teatro...” En este segundo manifiesto,
Artaud va a exponer los lineamientos de su teatro, en cuanto a los temas
y asuntos; y la forma de la puesta en escena. Con respecto a lo
primero, los temas y asuntos del teatro de la crueldad, deberán corresponder
con la agitación y la inquietud de nuestra época. Su teatro buscará poner otra
vez de moda las grandes preocupaciones y las grandes pasiones esenciales que el
teatro moderno ha recubierto con cuestiones del burgués civilizado.
Pretenderá renunciar al hombre psicológico, al
carácter y a los sentimientos netos. El teatro de la crueldad se
dirigirá al hombre total y no al hombre social sometido a leyes y deformado por
preceptos y religiones. En cuanto a la puesta, esta deberá
materializar los temas en movimientos, expresiones, y gestos- en lugar de
palabras-. Se incorporará una noción nueva del espacio, en el que se usen todos
los planos posibles y los grados de la perspectiva en profundidad y altura,
sumando de esta manera una idea particular del tiempo a la idea del movimiento.
Es decir, la creación de un verdadero lenguaje basado en signos y no en
palabras.
El teatro de la crueldad intenta recuperar todos los antiguos medios
mágicos para alcanzar la sensibilidad. Tales consisten en
intensidades de colores, de luces o sonidos, que utilizan la vibración, la
trepidación, la repetición ya sea de un ritmo musical o de una frase hablada,
tonos especiales o una dispersión general de la luz que puedan puedan obtener
todo efecto mediante el empleo de las disonancias.