De
todos los teatros independientes de Europa, ninguno se acercó siquiera a la
fama e influencia del Teatro de Arte de Moscú fundado en 1898. Hasta ese
entonces, el director era sólo un funcionario que supervisaba los ensayos, los
decorados no eran más que paneles pintados sacados del depósito, los muebles
necesarios y el vestuario era elegido del guardarropa personal de los actores.
Pero
con la creación del Teatro de Arte de Moscú Stanislavski y Nemirovich determinaron algunos principios
fundamentales:
1) LA POLITICA GENERAL Y LA ORGANIZACIÓN SERÍAN
DETERMINADAS POR LAS
NECESIDADES DE LA OBRA
2) PARA CADA PRODUCCIÓN SE DISEÑARÁN DECORADOS,
UTILERÍA, VESTUARIO.
3)LAS REPRESENTACIONES SERÍAN TRATADAS COMO UNA
EXPERIENCIA
ARTÍSTICA, NO COMO UNA OCASIÓN SOCIAL. APLAUSOS EN LA ENTRADA Y
SALIDA DE ESPECTADORES DESAPROBADOS
Por otra parte,
evitaron todo compromiso político abierto, hasta el punto de no estrenar
ninguna pieza soviética hasta ocho años después de la Revolución de Octubre.
Sin
embargo, Stanislavki dice que Chéjov fue uno de los escritores que sintió lo
inevitable de la revolución, cuando ésta se hallaba aún en ciernes y la
sociedad seguía nadando en abundancia y excesos. Fue uno de los primeros en dar
la señal de alarma. “¿ Quién sino él,
comenzó a talar el hermoso y floreciente jardín de los cerezos, en la
convicción de que ese tiempo pasado, y que la vida vieja estaba
irremisiblemente condenada a la desaparición? El hombre que con tanta
anticipación presintió mucho de lo que sucedió posteriormente, hubiera podido
aceptar todo lo que había anunciado”
Cuando
Stanislavski comenzó a estudiar las obras de Chéjov pudo percibir que había un
SUBTEXTO, una acción interna escondida bajo su superficie, bajo los acontecimientos notables.
Al
terminar de leer “El jardín de los cerezos” le envía un telegrama a Chéjov
ACABO LEER OBRA.
ESTREMECIDO. NO PUEDO VOLVER A MIS CABALES EN EXTASIS SIN PRECEDENTES.
SINCERAMENTE FELICITO AUTOR GENIO”
Chéjov
decía “ Seamos simples y complejos como
la vida misma. La gente cena y al mismo tiempo logra la felicidad o destroza su
vida” El
nuevo método interpretativo de Stanislavski permitía trabajar toda la
interioridad del texto de Chéjov.
Este método rompía con el tono declamatorio
del teatro anterior y establecía los nuevos principios de actuación.
Chéjov
(1860-1904) fue un médico, escritor y dramaturgo ruso. Encuadrable en la
corriente más psicológica del realismo y el naturalismo, fue un maestro del
relato corto, siendo considerado como uno de los más importantes escritores de
este género en la historia de la literatura.
Hay
en sus obras lo que se denomina “acción indirecta” o SUBTEXTO fundada en la
insistencia en los detalles de caracterización e interacción entre los
personajes más que el argumento o la acción directa, de forma que en sus obras
muchos acontecimientos dramáticos importantes tienen lugar fuera de la escena y
lo que se deja sin decir muchas veces es más importante que lo que los
personajes dicen y expresan realmente.
Para
comunicar el subtexto de la obra, se necesitaba otro método de actuación y esta
relación entre la innovación actoral y una nueva dramaturgia fue lo que provocó
el éxito de la dupla en aquel entonces! Primero porque el
público no había visto nunca la vida cotidiana comunicada con tanta fidelidad y
delicadeza, segundo que, el íntimo nivel de actuación de conjunto no tenía
precedente y por último, el espíritu de la
producción correspondía precisamente a la incertidumbre melancólica que
afectaba a la intelectualidad rusa de aquel periodo y que, dicho sea de paso,
Chejov no intentaba comunicar en sus obras de manera principal.
Stanislavski
describe a la pieza como compleja dado que
“su delicia reside en el aroma profundamente escondido, apenas perceptible,
apenas captable” Entonces, cómo captar todo lo que se encuentra escondido?
Recordemos
que Stanislavski en su nuevo método actoral trabajaba con la idea de sub-texto
y la “vida interna” del personaje. Muchas veces Stanislavski hacía uso de los
medios escénicos, luminosos y acústicos para estimular la creación de los
actores, pero Chéjov escribía “Qué bien,
qué tranquilidad maravillosa, qué silencio” no se oye ni el piar de los
pájaros, ni el ladrar de los perros, ni al cuco, a los búhos, ni el ruiseñor, ni
el sonar de las campanas, ni el canto de los grillos” .
Este
era la problemática con la que se encontraba Stanislavski ¿Cómo poner en escena
la tranquilidad, sin ninguno de estos elementos que haga a la redundancia?
Ahí
descubre que, mientras el actor está obligado a reconocer que todo lo que le rodea
en el escenario es falso, tiene que decirse a sí mismo: “Si esto fuera verdad,
entonces qué es lo que yo haría, así es como reaccionaría frente a éste o aquel acontecimiento” A este
sentido de verdad Stanislavski lo llamó el “Sí mágico” del cual procede la
“justificación interior” que el actor hace de su rol.
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